28 de junio de 2013

NECESIDAD, DESEO y DEMANDA

A menudo advertimos que no todos los alumnos, aún aquellos que ya han cursado Psicología o Ventas, tienen claro el concepto de Necesidad y su relación con la demanda de un bien determinado. 

Sin pretender remplazar ni mucho menos contradecir los contenidos de esas materias, creo adecuado adelantar estas líneas acerca de lo que entendemos en Marketing por necesidad , deseo y demanda
A continuación haremos una breve referencia a las distintas concepciones respecto de la “Necesidad” y sus diferencias con la idea de “Sujeto ligado al Deseo” Según la clásica definición de Maslow: existen necesidades “básicas” relacionadas con la conservación de las funciones biológicas, “sociales” relacionadas con el carácter de ser social y  su aspiración de pertenencia, importancia, respeto, etc. y “superiores”, siendo ejemplo de estas últimas la comprensión, la belleza, el conocimiento, etc.
Otros autores las clasifican como:
Necesidades absolutas y relativas: Las necesidades absolutas serían aquellas que experimentamos, sea cual fuere la situación de los demás; y las relativas son aquellas cuya satisfacción nos eleva por encima de los demás y nos dan un sentimiento de superioridad frente a ellos. Las necesidades absolutas son saturables, en cambio las relativas no. En efecto, las necesidades relativas son insaciables porque en cuanto más se eleva el nivel general, más se busca superarlo.
Necesidades verdaderas y falsas, siendo las necesidades falsas creadas por la sociedad y el productor. Estas son necesidades culturales y sociales, creadas dependientemente del entorno y la evolución social. Las necesidades verdaderas son en cambio, las necesidades innatas, naturales, genéricas y absolutas.
Necesidad genérica y necesidad derivada: la necesidad derivada es la respuesta tecnológica concreta (el bien) aportada a la necesidad genérica y es también el objeto del deseo. El automóvil por ejemplo es una necesidad derivada con relación a una necesidad genérica de transporte individual. 
Según O´Donnell “salvo algunas necesidades muy elementales, las restantes son socialmente determinadas”
Para Steimberg  “El consumidor no sólo tiene necesidades, sino también deseos, (…) Cabría señalar que el deseo tiene que ver con orientaciones inconscientes que, aun apartándose de las necesidades, son capaces de crear demandas tan fuertes como las motorizadas por la necesidad”
Para la teoría psicoanalítica, el deseo excede la conceptualización como la expresión activa de la necesidad.
El ser humano, desde el momento de su nacimiento, experimenta situaciones frente a  las cuales  no es capaz de sobrevivir sin algún auxilio que provenga del exterior. El sueño, el hambre, la sed, el frio… sólo pueden ser solucionados con la intervención de “los otros”. La necesidad biológica de descargar esas tensiones a partir de una solución externa es significada como “Necesidad de” y supone el paso de un mundo biológico a otro simbólico. La resolución de tensiones que el auxilio externo le brinda al recién nacido constituye una primera experiencia de satisfacción, cuya imagen queda asociada con la huella de la excitación (emanada de la necesidad) y es requerida cada vez que ésta última reaparece.
Es por eso que decimos que la demanda, en cuanto expresión visible del deseo, es simbólica, dado que es la demanda de una ilusión. El acto simbólico de la demanda de satisfacción no tiene ni tendrá nunca resolución.
Para Vallejos: “… es el indestructible deseo de tener un deseo insatisfecho”
Dado, entonces, que el sujeto consumidor no es suficientemente descripto por el relato que lo muestra como un ser que conscientemente racionaliza sus elecciones de marcas y productos a partir de sus necesidades y las ventajas técnicas que aquellos aportan, proponemos enfocarnos en lo que Wilensky llama “el discurso del consumo y la demanda”
Sorprendentemente, cita Wilensky, economistas clásicos parecen haber intuido esa naturaleza inconsciente del deseo: “la satisfacción de una necesidad o deseo es meramente un paso para una nueva tarea; en cada etapa de su progreso el hombre está destinado a buscar y emprender nuevas empresas, y cuando éstas se han alcanzado, acometer otras nuevas” (Marshall, 1898)
LA DEMANDA
Tal como la conocemos, la demanda  se soporta en el deseo; un deseo inaprehensible, inscripto en lo simbólico y continuo generador de nuevas demandas. A este deseo pretenden llegar las diferentes apelaciones al consumo: los discursos publicitarios, el packaging, las promociones y las argumentaciones de venta, entre otros.
Citando nuevamente a Wilensky: “la demanda del consumidor se desarrolla en el registro imaginario, en el espacio de las relaciones interpersonales, los prestigios sociales y las identificaciones, espacio en el cual el producto se entremezcla con un consumidor que pretende tenerlo, poseerlo, incorporarlo a sí mismo”
Así entendida, la demanda no es la demanda de un producto como satisfactor de necesidades sino de un producto como posible sustituto de un objeto faltante primordial. Todo producto presente en el mercado intenta cubrir la falta originaria. Al comprar un producto adquirimos la ilusión de una plenitud; por eso el producto nunca es capaz de  agotar las aspiraciones que depositamos en él cuando lo elegimos.
“En la problemática freudiana, el objeto no es una cosa determinada, es cualquier cosa que pueda representar el objeto perdido” (Vallejo, 1980). La noción de deseo, se patentiza así en el fenómeno del Marketing.

Como consumidores participamos del intercambio social de bienes y servicios en razón de un deseo que nos impulsa. Es desde el deseo de donde surgen las “necesidades” que promueven la red de intercambios económicos que observamos y protagonizamos a diario. La “naturaleza” del consumidor es la de ser “un sujeto deseante”. A partir de este planteo surge el concepto de hombre deseante por encima de los de hombre económico u hombre decisor. Entonces deberíamos preguntarnos acerca de la “libertad de elección” de los consumidores.
Desde el punto de vista clásico, ésta presenta cierto número de restricciones dadas por las limitaciones en la adquisición y procesamiento de la información, el condicionamiento proveniente de anteriores elecciones, las cargas genéticas y culturales, la acción psicológica y la personalidad del sujeto (Pavesi, 1981)
Desde un punto de vista psíquico, el consumidor no es un agente por sí sino por el otro; en cuanto “sujeto al deseo” el consumidor persigue en lo simbólico lo ausente, priorizando el deseo por sobre la necesidad biológica.
Fuentes: Wilensky, Marketing Estratégico - Marshall, Principios de Economía - Pavesi, Decisión y Libertad Vallejo, Confusión y Psicoanálisis - Steimberg. Crítica a Levy
Aporte del Prof. Eduardo Desiata